La caída de las operaciones de usados en propiedades, descendiendo desde 2011, ofrece un panorama complicado para el sector.
Sin embargo, para quienes recuerdan las verdaderas crisis inmobiliarias, cuando no se podía siquiera construir, cuando los precios se disparaban con el índice de la construcción y todo estaba a un precio irreal, comparando, no estamos ni de cerca en relación con una palabra llamada crisis.
Para comenzar, cuando se está en una crisis, los precios de lo que no de vende, bajan.
Sin embargo al mercado inmobiliario tiene la ventaja de la opción alquiler, y mantener un espacio de espera.
Las operaciones, aunque no se pueden realizar en dólares, para quien tiene el dinero, es posible, el problema real, es el de siempre, el que no tiene ni en esta época, ni en otra, posibilidades de alcanzar créditos.
El verdadero problema es la falta de créditos, no la dificultad para adquirir dólares, ya que desde el estado hubo toda clase de señales para los que quisieran, blanquear su situación e invertir, con el instrumento CEDIN, en la realidad, no funcionó tan bien, más por desconfianza que por opciones.
A los que operaron con ese método, no les fue nada mal, no hubo persecuciones ni nada de lo que se pronosticara.
Una cal, otra de arena, la situación impulsó la construcción más que nunca. La ciudad, sus alrededores y en el interior, se produjo un viraje interesantes, las construcciones brotaron como hongos, los materiales de construcción no dependen de ningún factor afectado por el dólar, lo que permitió seguir por ese carril, haciendo más fácil adquirir propiedades nuevas que encontrar una usada.
Según reportes de las inmobiliarias, el importe promedio por el metro cuadrado de superficie en altura, dos ambientes, es de mil setecientos dólares, el metro cuadrado. Los valores en esa moneda no se movieron demasiado.
Ante la caída de las ventas, para cualquier producto, el precio baja, porque el comerciante no puede quedarse con una mercadería que le queda obsoleta. Esto, misteriosamente, no ha ocurrido en el sector inmobiliario. Los dueños, prefieren tener que gastar en el mantenimiento del inmueble, antes que venderlo en la moneda local.
Lo que algunas inmobiliarias han admitido, en voz baja, es que levemente, en algunas ubicaciones de Capital Federal un inmueble propuesto por 125 mil dólares, se puede negocias a 100 mil, con el billete extranjero.
Bajaron las expectativas, el mercado está en relativa calma, los inversores tienen suficiente data como para comparar el valor de las propiedades en cualquiera de las ciudades Argentina y el mundo y sigue siendo un mercado interesante.
Los agoreros pesimistas se basan en que las inmobiliarias no ganan como en otras épocas, pero no pierden tampoco.
Mientras, los únicos que realmente perdieron son los miles de empleados que quedaron en la calle cuando las inmobiliarias decidieron reducir sus espacios de comercialización.
Sin embargo, en voz baja, nos e deja de decir, que eso no fue más que el primer impulso de una situación que ya se estaba dando, los empleados de las inmobiliarias han cambiado de localización de trabajo, ahora puede manejarse mucho desde internet, tuvieron que adquirir conocimientos para cambiar el método. La situación de achique de las inmobiliarias estaba ya dándose desde antes, lo que pasó con el dólar, no hizo más que acelerar la cosa.
